domingo, 6 de noviembre de 2016

Poesía en Chile: la muerte de Susana Moya

Carece de novedad decir que un oficio es peligroso, obrero de la construcción o periodista, por caso. También es un riego el de escritor, y mucho más si lo que escribe es poesía y si la poesía es asumida como compromiso vital; a ellos la muerte los alcanza sigilosa. Y sin lágrimas –como lo muestra el autor de este artículo.
Curioso que Coquimbo y La Serena, tierra de poesía en Chile, entierren casi vivos a sus poetas, los fría, y así bien dorados, como por el sol del norte, los mande pal otro lao.
Altagracia y Moya murieron en la miseria y seguramente no eran bien vistos por las “autoridades culturales” de ambos municipios, que ignorantes hasta el hueso, sólo vieron sus propias estupideces en el horizonte, repartiéndose escalofriantemente entre risitas huevonas el quesito y el salame.
¡Ay! Estas seudos autoridades de la cultura, malolientes mandos medios, manga de mequetrefes que se roban los presupuestos de las artes para satisfacer sus propias carencias y comer y después tirarse pedos más fétidos que los que plantea Nietzsche acerca de los ingleses, en la filosofía a martillazos, que tanta falta nos hace.
 
Álvaro Ruiz.
(Coquimbo, febrero de 2010).

Extraído de aquí

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